Monumento Nacional desde 1931.
En ella confluyen distintos estilos arquitectónicos: Gótico (s. XV), Renacimiento (s. XVI), Barroco (s. XVIII) y Neoclásico (s. XIX).
Sus patrocinadores fueron los Marqueses de Villena, comenzando su construcción en torno a 1540 con la nave central dividida en cuatro tramos de bóveda de crucería y las capillas laterales en un estilo gótico tardío o flamígero.
De las claves de las bóvedas, decoradas con escenas bíblicas, parten enormes dragones en tonos verdes y rojos. Durante el renacimiento se añaden sobre éstas rosetones con un destacado cromatismo que acentuaría los perfiles de las figuras representadas en los mismos.
En la actualidad alberga interesantes obras de imaginería de Planes, Pinazo, Santo de la Hera, así como valiosas obras de orfebrería y piezas bordadas. Destaca un Cristo Crucificado de pequeño formato del siglo XVIII, obra del escultor Francisco Salzillo.
El retablo de la capilla mayor, atribuido a los hermanos Ayala, representa la vida del apóstol Santiago a través de cuatro cuerpos: terrenal, mariológico, cristológico y celestial.
Las obras vuelven a paralizarse algo más de un siglo, hasta principios del siglo XVIII, cuando se levantan los dos cuerpos de la torre actual sobre la antigua sacristía.A esta época se remonta también la capilla de la Comunión, obra de Juan Miranda.
Los últimos trabajos realizados en la iglesia finalizan a principios del siglo XIX en la parte oeste de la nave central con la construcción del coro en estilo neoclásico.
En aquella lejana epoca era la nobleza quien patrocinaba y pagaba la construcción de templos, monasterios, santuarios, y cenobios religiosos, con afán de ganarse el cielo. La arquitectura religiosa española es bella, y sus estructuras han perdurado a lo largo del tiempo. Hay que cuidar, preservar y proteger todo ese patrimonio cultural y religioso nacional, que ha sido heredado de la antigüedad clásica. Esta iglesia de la cual se aportan fotografías, es un claro ejemplo del buen hacer de entonces.
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